lunes, 29 de mayo de 2017

Cuando Mao humilló a Kruschev


La lista de cosas que Nikita Kruschev no podía hacer era larga; una de ellas iba a cambiar la historia entre dos naciones. Se ha sugerido que Kruschev sobrevivió a las purgas soviéticas de la década de 1930 y principios de 1950 porque era el único miembro del Politburó más bajo que Stalin. También es posible que, si hubiera sabido nadar, la ruptura entre los partidos comunistas de Rusia y China se podría haber evitado.

El primer ministro soviético trabajaba en una mina cuando llegó la revolución a Rusia en 1917. Años después era un político que aunque no destacaba era relevante en el partido comunista. Sin apenas educación escolar, solo cuatro años de colegio, era muy fácilmente intimidado por personas con un nivel escolar superior.. Era un entusiasta de “avances” científicos, sin esperanza, como un rayo de la muerte para las ratas. Era tan torpe que Stalin se divertía obligandole a bailar un gopak, un baile que exige la clase de atletismo y agilidad que Kruschev no tenía.

Kruschev y Stalin 1936   FUENTE

Cuando Kruschev inesperadamente se convirtió en el sucesor de Stalin en 1953. Por un lado fortaleció su caracter como nuevo líder en el poder. Pero también su aguda conciencia le obligó a dar su famoso “discurso secreto” en el 20º Congreso del Partido Comunista en 1956, denunciando a su predecesor e iniciando el proceso de desestalinización del régimen. Sin embargo, Kruschev sin la cautela de Stalin en política exterior pudo llevar el mundo al desastre durante la Crisis de los Misiles de 1962.

Otras aventuras en política exterior de Kruschev forman un capítulo revelador de su personalidad. Eisenhower lo invitó a recorrer los EE.UU. en 1959. Aceptó la invitación pero con el deseo profeso de visitar Disneyland y conocer a Marilyn Monroe. Durante la visita del primer ministro soviético, visitó Hollywood, donde la diosa de la pantalla hizo un breve discurso en ruso dándole la bienvenida.




En el curso de sus viajes al exterior, Kruschev se encontró jugando al gato y al ratón con el presidente del Partido Comunista de China, Mao Zedong. Mao era el gato y Kruschev el ratón. Las relaciones entre China y la URSS eran mucho peores de lo que aparentaban. Desde la perspectiva soviética, un campesino como Mao, había logrado algo que la dialéctica marxista insiste que no es posible. Mao, orgulloso de la historia de su país invencible, creía que él era el líde del comunismo mundial. Estaba resentido con Stalin que lo trataba como un hombre de las cavernas del marxismo y al que a sus escritos le parecían feudales.

Cuando Mao hizo su primera visita a Moscú después de tomar China, en 1949, se esperaba un recibimiento especial, pero fue humillado al ser recibido como uno más entre los invitados que habían llegado para celebrar el 70 cumpleaños de Stalin. Cuando estalló la guerra en Corea, la URSS obligó a China a pagar hasta el último rublo de las armas que les vendió para ayudar a los norcoreanos. Mao quería venganza.

Su oportunidad llegó ocho años más tarde, cuando Kruschev hizo una segunda visita de Estado a China. Su primera, en 1954, había sido difícil, sin alfombras rojas sin guardias de honor, sin abrazos... En la segunda visita, Mao había dado orden que a la comitiva de Kruschev se le diera alojamiento en un hotel antiguo sin aire acondicionado, en el húmedo y sofocante verano de Pekín.

FUENTE

Cuando se iniciaron las conversaciones a la mañana siguiente, Mao se negó rotundamente una propuesta soviética para iniciativas de defensa conjunta. Mao fumaba, aunque Kruschev lo odiaba. Mao había hecho sus deberes. El sabía lo mal educado que era Kruschev, sus hábitos y sus debilidades. Había descubierto que el orondo premier ruso no sabía nadar. A Mao, por el contrario, le encantaba nadar. Por eso, cuando Mao se presentó en las conversaciones del 3 de agosto vestido con un albornoz y zapatillas, Kruschev sospechó que estaba en problemas. Sus temores se hicieron realidad cuando un ayudante de Mao le dió un bañador verde con un par de tallas más y Mao le insistió en que fuesen a la piscina.

Mao nadaba arriba y abajo mientras los intérpretes soviéticos y chinos iban junto a la piscina, luchando para entender lo que Mao estaba diciendo entre jadeos y salpicaduras de agua. Kruschev, por su parte, estaba en una esquina de la piscina en la parte que hacía pie. En un toque de malicia, Mao le sugirió que se uniera a él en la zona más profunda de la piscina. Con dos flotadores y con problemas para mantenerse a flote, después de un considerable esfuerzo, el líder soviético se puso en movimiento, nadando como un perrito hasta donde estaba Mao.

Mao nadando en el río Yangtze  FUENTE

Los resultados de las conversaciones se hicieron sentir casi de inmediato. Kruschev ordenó el regreso de los consejeros de la URSS en China. En venganza, en la siguiente visita de Kruschev a Pekin, en 1959, no tenía ni siquiera un micrófono para dar un discurso. Un mariscal chino llamado Chen Yi provocó a los soviéticos, Kruschev le espetó: “No te atrevas a escupirnos, desde la altura de un mariscal. No tiene suficiente saliva.”

La ruptura chino-soviética era real, y con él llegó la oportunidad para Kissinger que planteó la posibilidad de la cooperación chino-estadounidense y presionó a los soviéticos para recortar la ayuda a los vietnamitas del Norte. Esto condujo rápidamente a las conversaciones de desarme SALT y puso en movimiento la larga secuencia de eventos que acabó en el colapso del bloque soviético en 1989. Todo empezó con un traje de baño verde y dos flotadores.

Vía: Smithsonian


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