miércoles, 21 de febrero de 2018

El insecto que pintó de rojo Europa


Aunque el escarlata es el color del pecado en el Antiguo Testamento, la élite del mundo antiguo tenía sed de rojo, un símbolo de riqueza y estatus. Gastaban sumas fantásticas en busca de matices cada vez más vibrantes, hasta que Hernán Cortés y los conquistadores descubrieron un pigmento en los grandes mercados de Tenochtitlan. Se obtenía aplastando cochinillas. El misterioso tinte se convirtió en una de las principales exportaciones del Nuevo Mundo hacia Europa.

Cochinillas y su pigmento  FUENTE


En la Europa medieval, los gremios de tintoreros custodiaban sus secretos para fijar colores a la lana, la seda y el algodón. Usaban raíces y resinas para crear amarillos, verdes y azules. El caracol murex fue aplastado para crear una tela imperial de color púrpura que valía más que el oro. Pero el rojo permanecía esquivo.

El proceso para hacer el rojo por los tintoreros turcos, llevaba meses, e implicaba una mezcla pestilente de estiércol de vaca, aceite de oliva rancio y sangre de bueyes. Durante muchos años, fue el rojo más común en Europa, donde el proceso 'Turquía roja' usaba la raíz de la planta rubia y los elementos antes indicados. Los tintoreros europeos trataron desesperadamente de reproducir este rojo, pero no tuvieron éxito. Las élites usaban St John's Blood y el rojo armenio.

Los pueblos mesoamericanos en el sur de México habían comenzado a usar el chinche de la cochinilla mucho antes de la llegada de los conquistadores. Los indígenas de Puebla, Tlaxcala y Oaxaca tenían sistemas de cría para las chinches de las cochinillas, obteniendo los rasgos ideales y el pigmento se utilizaba para crear pinturas para códices y murales, teñir telas y plumas e incluso como medicina.

Cuando los conquistadores llegaron a Tenochtitlan, la capital del imperio azteca, el color rojo estaba en todas partes. Los pueblos periféricos pagaban a los gobernantes aztecas en kilos de cochinilla y rollos de tela roja. Carlos I de España, tras recibir los informes de Hernán Cortés vio en la cochinilla una oportunidad para apuntalar las arcas de la corona.

Hernán Cortés y Moctezuma  FUENTE

En 1523, el pigmento de la cochinilla llegó a España. Los españoles obligaron a los indios a producir todo lo que fuese posible. El tinte de la chinche de la cochinilla era diez veces más potente que el St John's Blood. Además producía 30 veces más colorante por gramo que el rojo armenio.

Cuando los tintoreros europeos comenzaron a experimentar con el pigmento, quedaron encantados con su potencial. Era el rojo más brillante y saturado que jamás habían visto. A mediados del siglo XVI ya se usaba en toda Europa, y en la década de 1570 se había convertido en uno de los comercios más rentables de Europa.

La obra sin fecha de López de Arteaga, "La incredulidad de Santo Tomás", palidece en comparación con la versión de Caravaggio de la misma obra, donde la consternación y el asombro de Santo Tomás son palpables en la piel de su frente arrugada. Pero la bata roja que usó Cristo en la pintura de López de Arteaga, sobresale del lienzo. Ambos artistas emplearon la cochinilla, cuya introducción ayudó a establecer el contraste dramático que caracterizó el estilo barroco.


López de Arteaga  FUENTE WIKIMEDIA 


Caravaggio  FUENTE


El retrato de Isabella Brandt (1610) de Rubens muestra la versatilidad de la pintura hecha con cochinilla. La pared de detrás de Isabella está representada en un rojo intenso y resplandeciente, del que emerge en un leve aura de luz. La Biblia en su mano también fue representada con exquisitos detalles de rojo cochinilla.


Rubens  FUENTE


Hasta mediados del siglo XIX la cochinilla no fue reemplazada por alternativas sintéticas como el colorante rojo. Aunque obras de Paul Gauguin, Auguste Renoir y Vincent van Gogh han sido analizadas y tienen tinte rojo de cochinilla.


The Bedroom  Van Gogh  FUENTE


Hoy en día el colorante rojo de la cochinilla se produce en masa como colorante industrial de alimentos.


Vía: BBC

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